domingo, 4 de septiembre de 2011

Tendencia: Regionalización del vino argentino


Hasta hace una década los vinos eran tintos o blancos y la procedencia no era un dato de relevancia. Ahora el mercado apuesta por diferenciar los orígenes. Una tendencia que crece con fuerza. Quién tenga un oído en el mercado del vino escuchará que una de las tendencias que se avecinan para la próxima década es la regionalización y el avance hacia los particularismos, frente a los productos globales. Al menos así lo apuntan enólogos y marketineros de las principales bodegas argentinas. Por regionalización en el vino se entiende darle relevancia al origen, como dato de calidad y distinción, es decir, atar al vino a la tierra que lo produce y hacer de ella el plus que marca la diferencia. En pocas palabras: qué tienen de especial los vinos de la Patagonia frente a los de Cuyo; y mejor aún, los de San Patricio del Chañar frente a los cafayateños.

El concepto que guía este nuevo movimiento, es lograr que la “calidad”, entendida como un estándar de producto, no sea también un commodity que se puede replicar en cada rincón del planeta donde haya una bodega. Y así, abonar la formación de una cadena de valor que tenga un diferencial no repetible en otra parte del globo. Un poco lo que logró hacer Francia con sus regiones, en la que bordolés es vino de renombre, igual que un Chablis o un Borgoña.

Para los principales referentes de la industria existen numerosos indicios. Por ejemplo, los estudios de terruño y manejo de suelo que las principales bodegas llevan a cabo actualmente, como los que llevan adelante Altos Las Hormigas o Bodega Norton en Mendoza.

También el afianzamiento de las regiones en las etiquetas –ahora se mencionan siempre los orígenes específicos-, como hacen bodegas del tipo Familia Schroeder con su marca Saurus y echando mano de la marca Patagonia. Pero también Valle de Uco o Valles Calchaquíes, de la mano de bodegas como Salentein o El Esteco. Con más relevancia en las etiquetas, el origen del vino comienza a ocupar un ocupar más lugar en las góndolas.

Las regiones al frente

De modo que las bodegas líderes de la industria argentina, cada una en su escala y tiempo, empiezan apuntalar el sistema de regionalización del vino. No es algo que esté a la vuelta de la esquina, pero que ya se evidencia en segmentos altos de precio. Y en ese sentido, aquellas zonas –dicen los técnicos- que tienen atractivos especiales, serán las que llevan las de ganar.

Y la Patagonia es una región con ese potencial. Da vinos diferentes, está anclada en un puñado de variedades universales –Pinot Noir, Merlot y Malbec en tintas, Chardonnay y Sauvignon Blanc en blancas-. Tiene, además, un plus que otras regiones de Argentina aún no logran conseguir: el imaginario de una región prístina y grande, donde la naturaleza está en su estado salvaje. De ahí, concluyen bodegueros de la región, que Patagonia sea hoy una marca que vale tanto o más que la marca de los vinos.

Fuente: La Mañana de Neuquén.


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